sábado, 11 de febrero de 2012

cinco de la madrugada

Despierto unos minutos antes de que suene el despertador, siempre antes de que suene el despertador.
Mi casa es una nevera, pero ando descalzo hacia la ducha.
Es noche cerrada, noche helada y cerrada.
Despierto correteo buscando mi ropa.
Llego a mi cubículo laboral.
Ordeno mis papeles, enchufo las máquinas, pongo el transistor a un volumen apenas imperceptible, la música se confunde con el estruendo de las máquinas.
Mi oído no tarda en acostumbrarse, las notas suenan nítidas dentro de mi cabeza.

Sería un error vivir sin música.

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